TAMPA, Florida. - Cuando el huracán Milton se formó en las aguas del Golfo, las boyas meteorológicas ubicadas en mar abierto fueron testigo de su formación y recogieron información como la temperatura del mar, la presión atmosférica, salinidad y la dirección y velocidad del viento que permitió al Centro Nacional de Huracanes (NHC) pronosticar con qué fuerza se dirigía hacia las costas de Florida.
Milton tocó tierra en Siesta Key como un intenso huracán categoría tres, pero también alcanzó un récord histórico cuando registró vientos máximos sostenidos de 178 millas por hora (categoría 5) mientras estaba en las aguas del Golfo, convirtiéndose en el más fuerte del Atlántico en cinco años.
Sin embargo, un pronóstico tan preciso por parte de los meteorólogos no hubiese sido posible, en parte, gracias a estos dispositivos flotantes que, a lo largo de la costa este de Florida, son operadas por el Colegio de Ciencias Marinas de la Universidad del Sur de la Florida, que mantiene una red de boyas oceanográficas para recopilar y difundir datos en tiempo real sobre las condiciones oceánicas y el pronóstico del tiempo.
“Es información real y de oro sobre las condiciones en las zonas inhóspitas del Golfo que nos permiten a nosotros, los meteorólogos, a pronosticar si un huracán se va a intensificar, por las temperaturas, por ejemplo, para preparar a la población y salvar vida y propiedad", explicó Rubén Capote, meteorólogo en jefe de Telemundo 49.
Además, si el ciclón está cerca de una boya es más fácil para los expertos saber hasta dónde se extienden las olas gigantescas asociadas a los huracanes, detalló Gladys Rubio, meteoróloga del NHC.
LA INSTALACIÓN DE LAS BOYAS EN EL GOLFO
Los científicos y estudiantes del Colegio de Ciencias Marinas son los responsables del mantenimiento y correcto funcionamiento de boyas meteorológicas en el Golfo.
El Servicio Nacional de Meteorología (NWS) se sirve de los datos que proveen las boyas. De esta forma, enriquecen su análisis mucho antes de que el avión cazahuracanes realice sus misiones de reconocimiento.
Jason Politano, capitán del Weatherbird II —el buque de investigación de Florida Institute of Oceanography (FIO)—, tiene entre sus misiones navegar por el Golfo y utilizar la plataforma marítima para labores como la investigación oceanográfica, entre otras.
Como parte de su trabajo y de su equipo, está llegar hasta las boyas existentes, reemplazarlas de ser necesario y colocar nuevas.
En cambio, instalar las boyas no es tarea de un solo día y mucho menos sin retos que superar. Durante el trayecto, se pueden encontrar desafíos como tormentas eléctricas, daños en la embarcación u otra situación que les retrase sus misiones.
Por ejemplo, cuando colocaron la boya C13, —momento del que Capote fue testigo—, el equipo de científicos se topó con tormentas eléctricas que pusieron en pausa las operaciones debido a la seguridad del personal.
Durante la travesía, también tuvieron un motor del Weatherbird II sobrecalentado, entre otros contratiempos. Por si fuera poco, la amenaza de animales marinos venenosos, como la serpiente de coral, también son una realidad a la que se enfrenta el equipo a bordo del buque.
Luego va la parte más delicada: “Llegar hasta la boya y desconectar cuidadosamente los instrumentos. Los sensores de viento son particularmente frágiles y pueden romperse con facilidad”, mencionó Luis Sorina, estudiante de doctorado que se encontraba en el barco.
“Debajo del equipo, hay cientos de pies de profundidad… y este momento se convierte en una especie de operación quirúrgica. Se trabaja con equipos que cuestan miles de dólares, en un entorno donde incluso las barracudas han hecho de la boya su hogar. Aquí, cualquier error no es una opción”, recordó Capote, quien para ser parte de la misión tuvo que tomar la certificación de buzo científico.
Una vez superada esa parte, la misión queda prácticamente lista. Solo queda que el personal en tierra confirme que los datos de las boyas meteorológicas se registren de forma correcta en el National Data Buoy Center (NDBC), una base de datos pública que tanto las entidades gubernamentales, privadas y la población tienen acceso.
La boya C13, ubicada a unas 50 millas de la costa de Naples e instalada frente a los ojos de Capote, resultó afectada por el huracán Helene a finales de septiembre de 2024. Pocos días después, a comienzos de octubre, el huracán Milton la destruyó por completo.